miércoles, 11 de julio de 2012

Dime de que planeta vienes y te diré que eres un retaco

John Carter (parte 3)




Si hay una característica que no se suele tener en cuenta en el mundo de la ciencia ficción cuando se propone la existencia de especies desconocidas (ya sea en la Tierra o en el planeta desconocido de turno) es el de los problemas de escala que se generan debido a que el peso y el tamaño no aumentan en la misma medida. Si un determinado animal multiplica su tamaño por "x" manteniendo sus proporciones originales, su peso no aumenta "x" veces, sino bastante más, dado que se multiplica por x^3. De la misma forma, sus superficies expuestas, de apoyo, etc., aumentan en un factor x^2. La razón de esto es simple: si el anima aumenta de forma proporcional, será, para x=2, el doble de alto, de largo y de ancho; como todo el mundo sabe, el volumen V, simplificando, es igual a: V=Al x An x L.

Lo anterior se puede aplicar, por un lado, a las ocasiones en que se sobredimensiona cualquier animal (seres humanos incluidos) dentro del mismo planeta en que coexiste el original, dando lugar a monstruosidades que difícilmente podrían mover una pata para dar un paso, por mencionar sólo uno de los problemas.

Del mismo modo, el razonamiento planteado se puede extrapolar para la biodiversidad de otros planetas con gravedades distintas, sobre todo cuando se tienen, como ocurre con esta película, animales iguales a los de otros planetas pero con gravedades bastante inferiores (G-Tierra = 2,7·G-Marte).

Una criatura cuyo peso en la Tierra fuera de 2700 N se sentiría imbuida de una repentina ligereza al visitar la superficie marciana, pues vería dicha cifra reducirse a tan sólo 1000 N. Por esta razón, para una misma morfología, dimensiones y masa, la criatura residente en Marte necesitaría mucha menos musculatura y estructura ósea para sostenerse que la que dicha criatura necesitaría en la Tierra. Si esto lo tradujéramos a criaturas originadas, evolucionadas y desarrolladas en un planeta determinado, el resultado sería que en aquellos presentes en planetas de baja gravedad encontraríamos seres de mayores dimensiones y altura o de extremidades más delgadas para dimensiones parecidas, mientras que en aquellos cuya gravedad alcanzase cifras elevadas la fauna se compondría más bien de animales pequeños, más aplanados, con extremidades más fuertes.

De hecho no es sólo una cuestión biológica. Mientras Marte puede lucir su Monte Olimpo de 28 km de altura, en la Tierra una montaña no podría superar por mucho la altura actual del Everest.

Todo este discurso sirve como "introito" a la idea que da pie a esta entrada: la fauna de Barsoom (el nombre de Marte en el film). Si bien los "tharks" (unos humanoides altos y delgados con cuatro brazos) cumplen en cierto modo con la morfología esperada, la sorpresa llega cuando uno ve que en Marte hay... humanos. Parece difícil de creer que con la más que apreciable diferencia entre gravedades -despreciando la elevadísima improbabilidad evolutiva- dos especies alcancen el mismo resultado.

Esta argumentación podría extenderse también a otra de las pocas especies que se muestran en la película: los animales que sirven de montura, y que recuerdan fácilmente a nuestros terrestres rinocerontes.

Visto lo visto, las leyes de escala son un punto más en la larga lista de las consideraciones que los creadores de la película han pasado por alto.






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